martes, 5 de junio de 2012

Pedro Rivera Ramos (especial para ARGENPRESS.info)

Dos de las figuras más emblemáticas y legendarias de la lucha por la independencia y la soberanía nacionales de sus pueblos, están enlazados, entre otras cosas, por un 19 de mayo. Ho Chi Minh y José Martí no sólo debemos venerarlos por su fecunda y extraordinaria trayectoria política e ideológica, sino por el invalorable aporte que hicieron, pese a las innumerables dificultades y adversidades que tuvieron que enfrentar y superar, para que hoy sus naciones no estén sometidas por ninguna potencia extranjera.

Ciento veintidós años nos separan del nacimiento de Nguyen Ai Quoc, Ho Chi Minh (“el que ilumina”) y que el 2 de septiembre de 1945 desde la plaza de Ba Dinh, con 55 años de edad, barba entrecana y un cuerpo menudo, se atreviera, aún en medio de los fuertes reductos del colonialismo francés, a proclamar la fundación de la entonces República Democrática de Vietnam. Asimismo, también fue un 19 de mayo pero de 1895, que en la población de Dos Ríos, caía combatiendo contra el ejército colonial español, el héroe de la independencia de Cuba, José Martí.
La remembranza de estos dos símbolos indiscutibles de la lucha por la emancipación y la libertad de comienzos y mediados del siglo pasado, representa en esta crucial coyuntura de la Humanidad, una ocasión irrepetible de conocer y profundizar en todo el bagaje político, ético y moral, que sostuvo a estos dos titanes de la lucha contra los imperialismos y a favor de los oprimidos. Ellos conocieron por sus ideas las cárceles desde muy temprano, el exilio, el destierro y las persecuciones constantes. Se entregaron por completo a la causa que abrazaban y renunciaron a todo con un gran sentido de compromiso, de desprendimiento, entrega, espíritu de sacrificio y fidelidad a los principios.
Resulta asombroso y aún con la ventaja que nos concede la distancia histórica, que un hombre como Ho Chi Minh haya podido encabezar la lucha de todo un pueblo, construir un ejército básicamente de campesinos, levantarlo al combate desde las profundidades del hambre y enfrentarse con tanto éxito contra el imperialismo japonés, francés y estadounidense. Ho Chi Minh fue un gran estratega y un gran visionario, y aunque murió el 3 de septiembre de 1969 sin poder contemplar la victoria impresionante de su pueblo, escribió en su testamento político: «Nuestro país tendrá el señalado honor de ser una pequeña nación que, a través de la lucha heroica, ha derrotado a dos grandes imperialismos -el francés y el norteamericano- y ha hecho una digna contribución al movimiento de liberación nacional».
José Martí entregó toda su corta vida, ya que una bala española se la cegara a los 42 años, a la causa de la liberación no sólo de Cuba, sino del resto de Latinoamérica. Es muy conocida la advertencia que nos lega en su carta a su amigo Manuel Mercado, un día antes de su muerte: «ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber -puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América».
Sólo este pensamiento de Martí escrito hace más de cien años, sirve para descubrir la gran profundidad en la que descansa todo el ideario político martiano. Porque no hay duda alguna que Martí fue una lumbrera intelectual y política de su tiempo.
Por eso en este mundo tan huérfano de eticidad y cargado de iniquidades, es obligante e imprescindible recurrir al pensamiento renovador de estos dos extraordinarios hombres de talla universal como lo fueron Ho Chi Minh y José Martí.

Publicado por ARGENPRESS e